viernes, 11 de mayo de 2018

28 de Abril: nos vamos!

Hoy es el día. El Marqués de Sevilla-Segade y su séquito vienen a recogernos después de comer para ir al aeropuerto. A la hora en  punto están aquí. Coche y carretera hacia el parking naranja donde el Altea dormirá estos días. ¡Aparcado! Nos recoge un microbús que nos lleva a la T1: no olvidar que a la vuelta, el microbús estará en el mismo, al final de la T1.

Venga, a facturar el maletón del Marqués, bajo la atenta mirada del actor de Aterriza Como Puedas: cómo se parece el jodío. Ya facturados, nos vamos a pasar el control: no hay problemas a pesar de que el Marqués va repleto de pokeballs y pokemons.
La C45, esa es nuestra puerta: se está convirtiendo en una costumbre porque es la de Madeira. Y como somos prioritarios, ya estamos sentaditos rápidamente en el avión. La siguiente nota ya será en Tolouse. Au revoir!!




Primeras vistas de Tolouse. El campo de futbol o rugby destaca sobre todos ellos. Jolín, ha sido un vuelo movidito. El río Garona, otro campo de futbol ¡anda, nuestro hotel! un Carrefour... y pabajooo... Va bien, va bien... ¡Tierraaaa!!

Tolouse nos recibe con agua y frío... Estos gabachos son agradables como siempre... ¡Hala! A por la maletita de Telmo. Me he currado el viaje del autobús al hotel pero como está lloviendo decidimos coger un taxi que nos lleve hasta él (por cierto, hay bien pocos taxis en esta ciudad). Y con esas y unos 30 euros menos, lelgamos al hotel. El recepcionista habla español (mucha gente lo hace en Tolouse) y después de la parafernalia de la recepción nos da las llaves. En el ascensor hay que meter la llave para que se mueva. A nosotros nos toca la chambre 314: grande y con supercama. Cagadero fuera del baño. Un armario ridículo. Bien, en definitiva.

Ya instalados, nos vmaos a buscar a Telmo y sus colegas. La decisión ha sido cenar en el hotel porque el recepcionista nos ha metido el miedo en el cuerpo diciendo que todo Tolouse está cerrado para cenar así que vamos al restaurante a ver que nos dan: pedimos u plato de pasta con verduras y una casoulette de chorizo, aceitunas, patatas y pimientos. Telmo no arriesga y pilla hamburguesa, pero no le mola. Sonia un croque-monsier que está frio: garçon, está froid así que te lo llevas.

Con la tripa llena, vamos a tomar una cerveza a la calle y a envolvernos con la Tolouse la Nuit. Salimos del hotel, subimos una calle, nos perdemos, llegamos a una plaza llena moros hasta arriba grifa, Telmo no puede entrar a un bar, vamos al de al lado, unas vieres á pression s'il vous plait...

Estamos cansados y nos volvemos que mañana toca andar... A ver cómo es la cama...

29 de Abril: y no para de llover

No se ha dormido mal, la verdad, pero al no estar acostumbrados a estos colchones, nos duele todo. Ducha rápida y a desayunar. El desayuno del hotel no es muy allá pero no viene nadie a cobrarnos ni a pedirnos el número de la chambre así que comemos y bebemos gratis.

Parece que Moncha ha tenido problemas en la chambre y ha pedido el cambio, lo cual celebra Raúl porque le han despertado a las 9!! Pues venga, a la calle; salimos rodeando el hotel para ir al Jardín Japonés. Corcho, caen unas gotillas... No creo que llueva... mucho. Como su propio nombre indica, es una jardín de estilo japonés con su bambú, sus patitos y sus árboles cortados de forma rara. 




Salimos y nos vamos a la Plaza del Capitolio. Antes de llegar, nos encontramos con la Iglesia de Sant Sermain, construida allá por el 1115 y con una altura de 67 metros. Hay misa así que hay que ir con cuidado. Lo primero que llama la atención es el superenorme órgano que hay, que preside toda la iglesia. En el altar, una imagen de Sant Sermain, Saturnino bajo los Pirineos. Bueno, no molestamos más y ahora sí, a la Plaza del Capitolio. 
Llueve como en la estación del Monzón, debe ser que pasa por aquí. ¡¡Qué barbaridad!! Bueno, nada nos detiene y ya hemos llegado a la plaza. Nuestra entrada es justo por el lado de las Arcadas así que aprovechamos para verlas. Son 29 pinturas en el techo de uno de los laterales de la plaza, a modo de arcadas. Como nota curiosa, la 23 está dedicada a la Guerra Civil Española, con la famosa foto de Robert Capa. Esto nos sirve para apuntar que este evento histórico tuvo mucha trascendencia en Tolouse ya que fue receptora de muchos republicanos exiliados que dejaron su huella en la margen oeste del Garona: incluso muchos de los habitantes hablan español… Bueno, chapurrean. Volviendo a las arcadas, también hay una del equipo de rugby de Tolouse y de Carlos Gardel, que aunque nadie lo pueda creer, nació aquí pero que con 3 añitos se fue a Argentina donde le fue mejor cantando tangos.



Venga, pa dentro que llueve. Como en todos lados, te revisan la mochila al entrar los guardias de seguridad. Accedes a un patio interior en el que destaca la estatua de Enrique IV. Es una pena la lluvia y nos metemos dentro. 



Lo primero que hay es una enorme escalera con un busto de un tal Jean Jaurè. Subiendo por la escalera se ven enormes cuadros pintados en la pared y en los techos. Tras la Gran Escalera, la primera habitación es la Sala Gervais, que fue dedicada a ceremonias nupciales en sus inicios, y hoy alberga las alegorías del amor de Paul-Jean Gervais. Más allá se encuentra la impresionante Sala de los Ilustres, de 1674, aunque fue rediseñada en el siglo XIX por Paul Pujol. En ella es donde las recepciones oficiales y bodorrios de la actualidad, bajo la atenta mirada de doce bustos entre los cuales están los del General Imperial Caffarelli y Pierre-Paul Riquet, creador del Canal del Mediodía. Quince lienzos cubren las paredes, destacando los de “la Entrada del Papa Urbano II a Toulouse”, obra de Benjamin Constant y “La bella Paule en el balcón” de Henri Rachou. Cargada de arte también se encuentra la Sala Henri-Martin, donde diez obras de este autor de estilo similar al impresionismo se reparten a lo largo de sus paredes. Los Soñadores, donde Jean Jaurès aparece paseando junto a otras eminencias locales de la época por el cauce del río Garona, es la más conocida de las obras junto a los paneles que representan las estaciones en la región. Bueno, pues muy chulo todo pero nos tenemos que ir a la Oficina de Turismo, que está detrás del Capitolio, en el Donjon du Capitole.




En él nos enteramos que toda la ciudad va a estar de huelga durante el puente así que tenemos que replanificar las actividades: si queremos visitar Carcasonne, lo mejor es alquilar un coche. Cogemos los planos de rigor, los panfletos de lo que hay que hacer y a la lluvia otra vez. Fuera de la oficina de turismo hay un parque con unos cacharros para niños con forma de hoja de roble, gusano… Telmo pasa y se va a la fuente.

Tenemos más hambre que el perro de un ciego así que nos vamos a comer. Buscando, llegamos al Mercado de Víctor Hugo, en la plaza del mismo nombre. No es muy bonito pero los puestos de comida y el ambiente bohemio de la gente comiendo y bebiendo de pie lo hacen muy pintoresco. En la planta de arriba hay unos pocos restaurantes pero están llenos y en las terrazas no se puede comer bien por la lluvia; aun así, nos acercamos a una y sale una gabacha rumiando desde una ventana que con los gestos nos indica que nos piremos a otro lado. Pues nos vamos a un garito que hay enfrente y nos acoplamos en una terraza techada de la planta superior: el menú típico de guiri y unas cervecitas y reponemos fuerzas.

A la lluvia otra vez para volver a la Plaza del Capitolio a tomar un cafelito: entramos en uno y después de mil horas nos atienden y tras otras mil horas, nos los sirven. Para cobrar, son más rápidos, eso sí.

Salimos y cogemos la Rue Taur a ver la Iglesia de Nuestra Señora de Taur, en honor otra vez a San Saturnino que según la leyenda fue arrastrado por un toro (taur) y se soltó en este punto. Cerrada. Seguimos camino.



Antes de llegar al Pont Neuf, perdidos por el centro de la cité, paramos a comprar lo típico de aquí: mostaza, caramelos y sobre todo, lo que sea relacionado con las violetas, el símbolo de la ciudad. También es típico de aquí todo lo que sea de color pastel, que es como un azul claro… Para mí, de toda la vida un pastel ha sido lo que todos conocemos, no un color. En las compras, cae mostaza de violetas a la buchaca. Al llegar al puente, la lluvia se vuelve una locura y nos tenemos que resguardar en un café a calentarnos… Llevo los calcetines empapados.


Cuando escampa, siguiendo la Rue Metz, nos acercamos a la Catedral de Saint Etienne que nos pilla al ladito, como casi todo. Como la construcción duró tanto, conjuga casi todos los estilos arquitectónicos religiosos francesas: hay 17 capillas alrededor del altar y tiene una forma extraña porque se cuenta que es la unión de dos iglesias anteriores.



Muy bonita, pero de vuelta a la Plaza del Capitolio porque nos vamos al hotel a ver si alquilamos el coche y cenamos allí: un plato de pasta con alcaparras y una fuente de patatas, chistorra tolosana y pimientos. La Affligem de medio litro nos devuelve a la vida. Telmo no para de jugar al billar… se le ven conceptos pero le falta la técnica… Progresa adecuadamente

30 de Abril: somos espaciales!

Nos levantamos tempranito, aunque no nos matamos madrugando porque hoy queremos ir a la Ciudad del Espacio. ¿Del Espacio? ¿Y que hace eso allí? Pues es que cuando acabó la II Guerra Mundial, los franchutes decidieron dedicarse un poquito más a la aviación y construyeron lo más lejano de Alemania un complejo dedicado a ella. El lugar fue Tolouse. Y como una cosa lleva a la otra, al lado empezaron a construir otro para acoplarse a la carrera espacial. Hoy en día, en el primero ensamblan las piezas (muchas se hacen en Getafe) y en el segundo se dedican a la investigación espacial.

Quedamos en la recepción del hotel y nos dirigimos a la Gare Matabiau (la estación de Atocha de aquí, vamos) a por el coche que reservó Sonia ayer por la noche; por cierto, pobrecilla que mala noche ha pasado. Un paseíto de 20 minutejos para estirar las piernas y llegamos a la estación. Como no hemos desayunado, nos metemos en un Paul que hay y nos ponemos en la cola, en la cual, una amable señora nos pregunta que si esa es la cola porque no le sale del papo respetarla y se cuela: yo, amablemente y con mi gracejo habitual, la invito a reconocerlo a lo que ella espeta que no se ha colado, ante lo cual yo me cago en toas sus muelas y ella apela a sus antecedentes gitanocatalanes (verídico) lo cual explica el comportamiento de la tiparraca, según ella también Master en Inglés por Cambridge… Una pájara gabacha, vamos.

Ale, hermano, a por el buga!!! Nos atiende un chavalote que nos habla entre inglés, francés y alguna perla en español y que si quiers un coche mejor, que te doy un Mercedes… ¡¡Que no pesao, que me des el que hemos pillao!! Nos da un Nissan Micra (no hay Fiat 500) y subimos al parking por un ascensor que antes que nosotros había transportado todo el bacalao que se va a usar en la ciudad para todo el año.

¡¡Ya lo tenemos!! Así que ahora a por las chicas y Telmo para ir a la Ciudad del Espacio. Leche, parece que llueve otra vez. La Ciudad del Espacio está relativamente cerca de Tolouse y está bien indicada. Al llegar, otro cacheo en la puerta y padentro. Es un parque enorme con un impresionante centro de interpretación, donde están las principales actividades, y varias naves espaciales y otras chorraditas por ahí desperdigadas… Llegas y hay una sala con unas poleas y una mochila para subirte y poder imitar los saltos sin gravedad y una silla para simular un arranque de un cohete. Ves cómo es la vida dentro de una nave, como comen, duermen, se duchan, cagan, mean… Me llamó la atención que siempre, siempre… hay dos astronautas adiestrados en ¡¡sacar muelas!! Por si es necesario allí arriba, donde no se puede llamar al dentista… ni al fontanero, ni al electricista, ni a nadie. También explican las aplicaciones que tiene la carrera espacial: meteorología, ecolocalizacion, vigilancia… miles de cosas. Y en todas ellas, hay juguetitos para que los niños y mayores se entretengan. Muy entretenido y curioso.


Bueno, pues nos vamos a comer que hay hambre al restaurante que hay justo debajo del centro: una salchicha de Tolouse, típica, con patatas, como todo regado con la típica cervecita… Comidos y recargadas las pilas nos vamos al parque a ver que hay… Al salir hay unas fotografías desde 10, 100, 1000 metros y así sucesivamente… que son realmente impresionantes y al lado justo una representación del Sistema Solar. Al final, una copia del Arianne 5 que se puede visitar por dentro, pero hay más jueguecitos para los niños. Al salir vas a la copia de la MIR, que mola mucho y te muestra como es la estación espacial y como se vivía allí arriba: parece increíble… Y por último, una sala enorme donde haces un quiz en francés sobre temas variados de ciencia… Quedamos los segundos!!!


Eah, visitado… Al coche que vuelve a llover otra vez, está jarreando ahora. Así que nos volvemos a Tolouse a hacer unas compritas pero con la hora que es y que estamos en puente, no hay nada interesante abierto. Nos metemos en las Galerías Lafayette para ver las vistas que hay desde la terraza: es el mejor sitio de la ciudad para verla entera. Fascinante.


Ya queda poco que hacer hoy, al hotel a descansar que mañana nos vamos a Carcasonne.




1 de Mayo: regreso al Medievo

Anoche al llegar tuvimos que aparcar el coche al ladito del hotel, pero con el canal por medio con lo que nos tuvimos que dar un paseito para llegar. Como es lógico, al rato se pone a llover y vemos en el GPS del móvil que hay una autovía paralela a la carretera de mierda que llevamos así que nos vamos allá. Ahora mejor y en una horita estamos en Carcasonne.

Es una ciudad medieval dividida en dos; una de ellas es la ciudad moderna, aunque conserva muchas cosas de tiempos pasados y a través de un puente, sobre el río Aude, comandado por la Capilla de Nuestra Señora de la Santé, con gran enfoque compostelano, se va llegando a la parte vieja. Se sube una importante cuesta y se llega a las murallas. Una vez dentro, parece que estás dentro de Juego de Tronos; solo faltan eunucos y dragones. Y tiendecitas con todo tipo de camisetas, espadas, armaduras, caramelos… De todo lo que busques. Y llena de sitios para comer. Hay incluso un museo de torturas… Para comer, pruebo la típica Cassoulette de la zona, que está rica pero que a la noche tendrá fatídicas consecuencias… Es un guiso tipo fabada, pero no está igual de buena ni de coña, con salchicha y pato.



Pero lo más flipante es que han dejado que un artista, o eso dice llamarse, medio chalado, haya envuelto toda una cara de la muralla con un envoltorio amarillo lo que le da un aspecto estúpido pero muy post-moderno…


Hala, visto Carcasonne, bajamos la cuesta para volver al coche y poner dirección a Tolouse a ver lo que nos queda. La vuelta la hacemos por la autovía enteramente y no tardamos ni un suspiro. Nos dirigimos de nuevo hacia el rio Garona para ver las placitas interesantes que tiene: la Dorada, que es el antiguo embarcadero o puerto de la ciudad, y la de Saint Pierre, muy cerca del Pont Neuf y con varios sitios para comer y poder tomar una cerveza. Parece que el tiempo nos respeta la tarde y aprovechamos también para cruzar el rio y dar una vuelta por la orilla para que una vez hayamos terminado, volver al centro a perdernos de nuevo por sus calles. Nos cruzamos con una iglesia con pinta de muy antigua pero que está cerrada y no indica ni el nombre ni nada.



Para cenar, hoy apetece galette: es como una crepe de toda la vida y la única diferencia es que está enrollada de otra manera y es salada. Las Crepes suelen ser dulces. Probamos la de queso Brie, la de jamón, Nutella… Ricas, muy ricas. Pagamos y nos volvemos al rio a ver una de las mejores atracciones que tiene la ciudad: la iluminación del río y de la ciudad. Volvemos a la plaza Saint Pierre y el espectáculo merece la pena: aparte de los puentes están iluminados casi todos los edificios de las orillas del río formando un espectáculo que merece la pena a todas luces J. Para colmar la noche, un franchute que juega en Madrid le ha clavado dos goles al Bayern… ¡¡¡¡¡Los hermanos se deshacen de gusto!!!! Que sufrimiento.



2 de Mayo: que poquito nos queda aquí

Que nochecita por el amor de Dios… La p... Casoulette esa quería salir a toda costa de mi interior… y vaya que si salió. Incluso no he podido dejar dormir a la pobre Sonia… Estamos reventados así que vamos a aprovechar a dormir un ratito mientras Telmo y sus padres se van al Museo de Historia Natural.


Ya descansados, nos despertamos y hacemos el check-out del hotel… No pagamos los desayunos je, je, je… Cogemos el coche y nos dirigimos al museo para recoger a nuestros amigos y hacer una visitita pequeña y las compras últimas. El museo está dentro de un jardín enorme. A la entrada, hay un esqueleto enorme de un dinosaurio volador y dos bichos disecados: una jirafa y un elefante. En la boutique, lo dicho, regalitos para los niños. Visto y nos vamos al último punto de interés que nos falta: el Convento de los Jacobinos.



Es una estructura enorme en el centro de la ciudad, como todo. En su interior destacan varias cosas: hay varias columnas en medio del convento y todas tienen nueve nervios aguantando el techo, excepto la última que tiene 22. Esto se hizo porque en una ampliación se dieron cuenta de que a lo mejor el último pilar no aguantaba tanto peso. Solución: se añadieron más nervios y asunto arreglado, creando además un nuevo tipo de arquitectura. Además de esto, se pueden ver los restos de Santo Tomás de Aquino, famoso en todos lados por las fiestas escolares cuando íbamos al colegio. Este santo tiene la curiosidad de que jamás pisó Tolouse en vida, yo creo que no sabía ni donde estaba, pero el Papa del momento, agradecido a la ciudad y a los Jacobinos, les regaló las reliquias del santo. En fin, ahí están. Por todo el alrededor del interior del convento hay paneles interactivos que explican todo esto y más.



Tras una puerta de cristal se llega al claustro, a la tienda y la capilla (que está cerrada por no sé qué motivo) previo pago de cuatro euros y unas compritas de violetas de la ciudad. El claustro es como todos: enorme, con cipreses y un pozo en el medio y rodeado de columnas dobles con capiteles distintos entre ellas. Además hay una exposición fotográfica de la vida en el convento en aquellos días. La capilla, como digo, cerrada. Curioso… desde el claustro se ve la torre de la iglesia que no reconocíamos ayer… Seguimos sin saber cuál era.


Nuestro viaje se acerca a su fin… Ya no queda nada para la hora de comer así que nos acercamos otra vez a Saint Pierre a comer una galette y un cafelito, a buscar una tienda que vimos el segundo día a ver si compramos una taza, y a ver la esclusa y el canal. Nos volvemos a la Plaza del Capitolio a verla por última vez y a rebuscar en su mercadillo. Por cierto, es alucinante ver como hoy han salido todos los tolosarras a la calle: está inundado de peña, debe ser porque es laborable y hay un sol espléndido… ¿Dónde os habíais metido estos días gabachos míos? 


Recogemos el coche y al conductor en Saint Pierre, punto de reunión de los Fans de Telmo, y nos vamos a echar gasolina que tenemos que devolver el Nissan Micra llenito. Nos ha servido muy bien el coche, cabíamos todos sin estrecheces y no ha dado ningún problema. Al llegar al aeropuerto, después de dar varias vueltas como en todos los aeropuertos, nos despedimos de él. ¡¡¡Ale!!!, a buscar la cinta para facturar el maletón y nos metemos al control. Sin problemas, excepto que ni francés no es lo suficientemente bueno cuando me hablan deprisa y corriendo así que pongo cara de póquer y me cambian al inglés… Mucho mejor, ya utilizo una bandeja para el control, no te preocupes. Pasamos, el dutifri de rigor y como somos preferentes, nos ponemos en la cola los primeritos. El avión está casi preparado pero como siempre, con Ryanair no te quita nadie un ratito de espera.

El vuelo es agradable y corto, de nuevo. Parece que es la misma distancia que al venir… Curioso. ¡¡¡Ya en Madrid!!! Llamamos a que nos recoja el del parking, nos lleva al coche y en un ratito estamos en casa, en nuestras camitas, para descansar que mañana se curra y nos va a doler todo… Y yo tengo que escribir este blog, que no es moco de gabacho.