viernes, 11 de mayo de 2018

2 de Mayo: que poquito nos queda aquí

Que nochecita por el amor de Dios… La p... Casoulette esa quería salir a toda costa de mi interior… y vaya que si salió. Incluso no he podido dejar dormir a la pobre Sonia… Estamos reventados así que vamos a aprovechar a dormir un ratito mientras Telmo y sus padres se van al Museo de Historia Natural.


Ya descansados, nos despertamos y hacemos el check-out del hotel… No pagamos los desayunos je, je, je… Cogemos el coche y nos dirigimos al museo para recoger a nuestros amigos y hacer una visitita pequeña y las compras últimas. El museo está dentro de un jardín enorme. A la entrada, hay un esqueleto enorme de un dinosaurio volador y dos bichos disecados: una jirafa y un elefante. En la boutique, lo dicho, regalitos para los niños. Visto y nos vamos al último punto de interés que nos falta: el Convento de los Jacobinos.



Es una estructura enorme en el centro de la ciudad, como todo. En su interior destacan varias cosas: hay varias columnas en medio del convento y todas tienen nueve nervios aguantando el techo, excepto la última que tiene 22. Esto se hizo porque en una ampliación se dieron cuenta de que a lo mejor el último pilar no aguantaba tanto peso. Solución: se añadieron más nervios y asunto arreglado, creando además un nuevo tipo de arquitectura. Además de esto, se pueden ver los restos de Santo Tomás de Aquino, famoso en todos lados por las fiestas escolares cuando íbamos al colegio. Este santo tiene la curiosidad de que jamás pisó Tolouse en vida, yo creo que no sabía ni donde estaba, pero el Papa del momento, agradecido a la ciudad y a los Jacobinos, les regaló las reliquias del santo. En fin, ahí están. Por todo el alrededor del interior del convento hay paneles interactivos que explican todo esto y más.



Tras una puerta de cristal se llega al claustro, a la tienda y la capilla (que está cerrada por no sé qué motivo) previo pago de cuatro euros y unas compritas de violetas de la ciudad. El claustro es como todos: enorme, con cipreses y un pozo en el medio y rodeado de columnas dobles con capiteles distintos entre ellas. Además hay una exposición fotográfica de la vida en el convento en aquellos días. La capilla, como digo, cerrada. Curioso… desde el claustro se ve la torre de la iglesia que no reconocíamos ayer… Seguimos sin saber cuál era.


Nuestro viaje se acerca a su fin… Ya no queda nada para la hora de comer así que nos acercamos otra vez a Saint Pierre a comer una galette y un cafelito, a buscar una tienda que vimos el segundo día a ver si compramos una taza, y a ver la esclusa y el canal. Nos volvemos a la Plaza del Capitolio a verla por última vez y a rebuscar en su mercadillo. Por cierto, es alucinante ver como hoy han salido todos los tolosarras a la calle: está inundado de peña, debe ser porque es laborable y hay un sol espléndido… ¿Dónde os habíais metido estos días gabachos míos? 


Recogemos el coche y al conductor en Saint Pierre, punto de reunión de los Fans de Telmo, y nos vamos a echar gasolina que tenemos que devolver el Nissan Micra llenito. Nos ha servido muy bien el coche, cabíamos todos sin estrecheces y no ha dado ningún problema. Al llegar al aeropuerto, después de dar varias vueltas como en todos los aeropuertos, nos despedimos de él. ¡¡¡Ale!!!, a buscar la cinta para facturar el maletón y nos metemos al control. Sin problemas, excepto que ni francés no es lo suficientemente bueno cuando me hablan deprisa y corriendo así que pongo cara de póquer y me cambian al inglés… Mucho mejor, ya utilizo una bandeja para el control, no te preocupes. Pasamos, el dutifri de rigor y como somos preferentes, nos ponemos en la cola los primeritos. El avión está casi preparado pero como siempre, con Ryanair no te quita nadie un ratito de espera.

El vuelo es agradable y corto, de nuevo. Parece que es la misma distancia que al venir… Curioso. ¡¡¡Ya en Madrid!!! Llamamos a que nos recoja el del parking, nos lleva al coche y en un ratito estamos en casa, en nuestras camitas, para descansar que mañana se curra y nos va a doler todo… Y yo tengo que escribir este blog, que no es moco de gabacho.


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